Realizada en Sultepec, Estado de México, contó con la colaboración de niñas, niños y adolescentes, quienes no solo acompañaron el proceso, sino que fueron agentes clave en la construcción de un espacio imaginario a través de un camino de palabras en vinil que recorrió seis cuadras, convirtiendo lo urbano en un territorio de memoria compartida.

El proyecto quedó documentado en un libro de artista que recopila reflexiones, testimonios y visuales de la intervención, dando permanencia a lo efímero. Más que un registro, este libro es testimonio del poder del arte para conectar comunidades y visibilizar la voz de las infancias y adolescencias en la construcción del imaginario colectivo.